lunes, noviembre 03, 2008

los cangrejos subterraneos

Entonces la encontré….la puerta a ese obscuro lugar a donde todos los de la ciudad entregaban sacrificios…parecía la misma puerta al infierno….amplia de donde salía la gente con un escalofriante semblante producto de la ofrenda que acababan de arrancarles sus dioses.

Es algo incoherente y que no encuentro sentido…la gente entra ahí cada día, haciendo una interminable hilera que los conduce solo a la destrucción lenta y dolorosamente…y sin embargo se apresuran a hacerlo. Para empezar, al descender a esa cámara semioscura, húmeda y llena de olores agobiantes…donde el calor es asfixiante y la respiración dificultosa, se inicia un laberinto que da la impresión que es interminable, por donde para poder ser capaz de ofrecer tu sacrificio, debes ser capaz de llegar a la cámara de los dioses. Una vez terminado ese laberinto y haberte enfrentado a empujones, insultos y golpes a ese sin fin de almas agobiadas que igual que los demás deben hacer su ofrenda, por fin llegas a ese túnel obscuro de donde emergen los dioses que reciben la ofrenda diariamente.

Los dioses son amorfos e irreales: una hilera de gigantescos cangrejos los cuales caminando de lado y con las pinzas entrelazadas uno al lado de otro, aceleradamente se acercan haciendo un horrible chillido ensordecedor al pasillo en donde a todo lo largo están las pobres almas en desgracia que entregaran como sacrificio una parte de su fuerza vital a esos seres, que los devorarán insaciablemente durante tal vez tres minutos, incluso una hora o mas dependiendo de las bondades requeridas por aquellos seres. Rápidamente los cangrejos abren sus bocas para que entren a sus fauces las desesperadas criaturas para ser absorbidos hasta que los atragantados cangrejos vomitan a sus ofrendarios, quienes ansiosos de poder recibir la dadiva se empujan hasta ser comprimidos, y cual preso que privan del alimento por días, con los dedos empujan su alimento a su tráquea dando la ilusión de que la quijada se disloca para poder aceptar a mas. Por fin, los cangrejos gigantes cierran sus fauces.

Ahí quedan a lo largo del pasillo los fieles adoradores esperando la siguiente recolecta de ofrendas, aunque algunos ansiosos que desean hacer una ofrenda magna a aquellos malditos dioses, se lanzan al camino de lo seres de su veneración, encontrando la muerte segura solo que en diferentes condiciones dependiendo del humor de los cangrejos gigantes. Si estos se sienten piadosos, sacuden al incauto que ha caído a su camino con su poder haciendo convulsionar hasta arrojar espuma por la boca, haciendo reventar todos sus órganos y por fin colapsando de dolor a la muerte, hervidos, cocidos en sus propios jugos, carbonizados de algunas partes desprendiendo un hediondo olor a quemado. Otras veces, molestos por habérseles cruzado en el camino, los pisotean uno tras otro hasta que todos los cangrejos hayan pasado por encima de el, haciendo crugir cada hueso en su cuerpo...sintiendo el pobre adorador en carne viva como sus miembros colapsan y como sus organos revientan agoniza mas tiempo, puede sentir sus tendones desgarandose, su sangre brotando de diferentes maneras hasta que se alejan, dejándolo morir por espasmos de dolor.

Hay otras ocaciones en que los ingenuos donadores son empujados entre si, provocando la caida accidental a las vias de estos grotescos idolos, sin embargo, eso no cambia por nada el fin...en ocaciones quedan sujetos a alguna de las patas, pinzas o en algun rincon del exoesqueleto de estos inefables cangrejos y, vislubrando un poco de diversion, lo arrastran por toda la orilla del pasillo, marcando como con un gis carmesi el curso tomado, arrancando de la victima gritos perturbantes que rasgan el alma inexperta de algun oyente. El cuerpo es arrastrado a grandes velocidades, siendo machacado entre el filo del pasillo y las carcazas de los cangrejos, moliendo su carne y desmembrandolo segun el ritmo del desplazamiento, haciendo que todos los jugos corporales lleguen a salpicar a algun curioso que se acerco demasiado a ver y, cuando ya no hay nada mas que una gran bola sin ninguna fora de carne molida, se detienen y lo dejan caer, para que no entorpezca el paso entre cada altar que visitaran en ese lapso de tiempo.

Sin embargo, pese a la crueldad de estos seres, la relación es simbiótica, los habitantes de esa ciudad obtienen la ayuda de los cangrejos gigantes a cambio de una donación diaria de su vida. Ninguno de los dos pierde. Y pese a que los ciudadanos deben no solo ofrecer fragmentos de vida, sino también pasar por muchos desafíos físicos para solamente llegar al lugar donde estos inmensos cangrejos recogen sus festines, estos se ven ansiosos de hacerlo, como si a lo largo de tantas ofrendas, se hubiera convertido en una adicción. Así mismo las facciones de estos pobladores de esta ciudad tan inmensa cambian a medida que se hacen más viejos y experimentados en la compañía de estos cangrejos: una mirada de ausencia y a la vez de cólera se refleja en ellos, constantes trastornos de la mente y repentinos cambios de ánimo son los primeros síntomas de este mal. Pero eso parece no importar a estos ciudadanos, no, lo importante es llegar a los cangrejos a como de lugar.

Estos cangrejos están por todos lados…latentes en las entrañas de la ciudad. Los hay de diferentes corazas, lo cual pienso yo modificadas a lo largo de la historia por condiciones evolucionarías. Por ejemplo se puede encontrar la tradicional carcasa de color naranja al norte y al centro, hay otra que ha desarrollado una pigmentación azul y otra que logro una franja gris en sus costados, las que se encuentran por igual al centro y sur, y la peculiar especie albina, con caparazón blanco y una franja anaranjada que se encuentra al este. Pero sea cual sea la variedad de la especie, el comportamiento de estos enormes cangrejos entrelazados con sus pinzas y con ojos amarillentos es el mismo, y el símbolo de la deidad a un costado nunca puede faltar…una letra “m”...

No me queda más que antes de entrar en el infinito circulo de comportamiento banal que conlleva el ser parte de este ritual, mirar y apreciar como es la vida sin el pacto simbiótico con estos seres…gozar de mis últimos momentos sin prisa ni sentir la succión diaria de vida que se escurre de entre mis manos. Bueno…ya es tarde….se me hace tarde….no voy a llegar….ya casi es hora…

Etiquetas: